lunes, 21 de noviembre de 2016

Mía - Ensayo

Un día estaba en mi casa y recordé que tenía que leer una novela para un trabajo de una materia y casi a la tarde noche comencé a leerla. Fue increíble pero en menos de cuatro horas ya tenía la novela leída. No tiene una gran extensión pero, conociéndome, en cuatro horas haber podido leerla fue sorprendente. En esta novela, Tuya de Claudia Piñeiro, se plantean muchos puntos interesantes de sobre cómo los estereotipos manejan a una persona aún sin pensarlo o darse cuenta. Es decir, cómo hay actitudes o pensamientos que no accionamos específicamente  pensando en nosotros mismos sino por el qué dirán los demás. Al respecto de lo anterior me llamaron mucho la atención los comentarios machistas por parte de la mujer protagonista de la novela, decisiones que toma el personaje que nos hacen reflexionar sobre el rol de la mujer hoy en día y de lo atroz que muchas veces es. Por ejemplo, aconsejada por su madre trae un hijo al mundo para que su pareja no la abandone, encubre un asesinato por el miedo a destruir su imagen personal y la de su familia, entre otras atrocidades. Son cosas un poco difíciles de creer. Pero así lo es tanto en la ficción de Claudia Piñeiro como en parte de la sociedad en la que vivimos. Algo de esto es mencionado por los exponentes de la teoría Frankfurtiana cuando nombran como característica la reflexividad del pensamiento y su dimensión crítica, bajo la perspectiva de Horkheirmer, a partir de las contradicciones de la realidad, desde todo aquello que nos hace reflexionar sobre las posibilidades de una sociedad distinta. No en el sentido de negar la realidad, sino en el de no aceptar de manera acrítica lo que se nos presenta de manera adaptada, como si no pudiera cambiarse.
En la actualidad con los cambios que se están dando en la sociedad con respecto al rol de la mujer sorprende el seguir viendo y escuchando, el machismo en muchos y muchas. Ese “muchas” es lo más preocupante. Porque cuando hablamos del machismo, que es un comportamiento que se adquiere desde la familia, no sólo se adquiere del “padre machista” sino que de hecho también en parte se adquiere de la madre, por ende, no sorprendería que muchas mujeres crezcan creyendo que ese es el papel que cumple la mujer.  Pero sí preocupa que aún existan ese tipo de pensamientos en las mujeres. En el libro se citan en varias ocasiones situaciones de lo que estoy hablando como por ejemplo “Mi mamá me hubiera dicho: ‘Con los hombres es más peligroso un ramo de flores que una cachetada’". En esta frase se ve cómo está permitiendo que un hombre le pueda pegar a la mujer y que sea un deber para la mujer aceptarlo porque eso es más creíble de un hombre que recibir afecto de algún tipo. Por lo que esta novela confirma que lo que dije anteriormente es posible y probablemente sea así.
El machismo, según lo define el diccionario, es la manera de pensar que el hombre es por naturaleza superior a la mujer. Por lo que el machismo es una actitud represora, es una actitud y una manera de pensar que lastiman. Son estereotipos cargados de años de experiencia que caen todos sobre la mujer y la posicionan en lugares que no son necesariamente así. Los estudios sobre el antisemitismo llevados a cabo por Adorno y Horkheimer, son una muestra de ello. Además del indudable valor sociológico de la obra de estos autores, es un relato único de los mecanismos utilizados por el nazismo en la conformación de un ‘sentimiento social’ y de cómo se estructura todo un sistema destinado a la marginación y exterminio de un grupo determinado. ¿Suena fuerte, no? Pero el machismo es tan fuerte a la hora de lastimar y denigrar a las personas que no me parece que quede grande para la problemática. ¿Cuántas veces hemos escuchado comentarios machistas en nuestros ámbitos cotidianos y los ignoramos como si fuera natural? Esta pregunta, creo yo, es el primer paso para reflexionar sobre el machismo que hoy en día sigue vigente. La banalización de los comentarios machistas es el punto focal donde se tiene que ir si se quieren cambiar estas actitudes. Los comentarios machistas los hacemos todos y van desde “Las mujeres no van al volante su lugar es la cocina” hasta “los nenes no lloran” y esto es lo que condiciona a las personas a seguir creciendo con un machismo incluido en su ser que muchas veces no nos damos cuenta porque no sabemos la magnitud de lo que decimos, por eso es importante informarse y escuchar todas las voces.
En la actualidad, aunque haya pequeños cambios, el machismo sigue aflorando contra las mujeres sobre todo es notable en las redes sociales y desde la posición de burlar y reírse de las mujeres por pertenecer al movimiento feminista (que busca la igualdad en derechos entre el hombre y la mujer) el cual es confundido con el hembrismo o como es llamado actualmente “Feminazi” (la mujer es superior al hombre y éste debe ocupar siempre un lugar por debajo del de los individuos del sexo femenino) por ende que cualquier movimiento que contribuya a las mujeres es tildado como feminazi, lo mismo que cualquier mujer que defienda sus ideales y trate de erradicar el machismo. Ahí está el famoso “meter a todos en la misma bolsa”, centenares de hombres y mujeres se quejan de ser juzgados sin saber y para defenderse de eso hacen lo mismo. Si no se sabe escuchar, mucho menos se va a poder detener la generalización. No todos los hombres son iguales, no todas las mujeres son débiles. No todos los hombres son machistas. No todas las mujeres son feminazis.
Hace ya unos días, en el colegio, en una jornada de violencia de género, discutimos con nuestros compañeros ya que tienen la creencia de que hoy en día todas las mujeres están sensibles con respecto a todos esos temas y se victimizan frente a un hombre, ya no se puede hacer una broma o, como decían ellos, “reaccionar como hombre” porque eso ya era ser machista. Hablaban y defendían su postura ciegamente para terminar con una frase interesante “Según ustedes tendríamos que dejar de ser hombres para dejar de ser machistas.” Esa frase se puede llevar tranquilamente a la sociedad machista de la que hablábamos antes, es normal que haya personas que no sepan en su totalidad lo que es ser machista o no lo noten como algo malo porque es lo que vivía en su hogar, lo que le trasmitieron sus padres, y que haya muchos movimientos en contra de eso debe ser chocante y es comprensible que muchas personas estén de alguna forma a favor del machismo aún sin saber las dimensiones que abarca.
Muchas mujeres apoyan al machismo como en rebelión a las “mujeres de mentira” que están a favor del movimiento feminista porque también creen que en parte atacan a la mujer, es decir “la mujer  mantenida por su marido, que solo se dedica a los quehaceres domésticos, sufre de machismo” y hay mujeres, que quieren estar en esa posición por el motivo que ellas elijan. Entonces, hay movimientos feministas que también hacen sentir en cierto punto que “atacan sus elecciones como mujer”, por ende, volvemos al principio “es importante informarse y escuchar todas las voces”.
Hay muchos ejemplos y se puede seguir hablando del machismo y del feminismo porque es un tema que aún hoy en día sigue quedando inconcluso en muchas personas las cuales nunca terminan de entender bien el porqué de estos movimientos. Pero personalmente creo que cualquier extremo es malo y no contribuye para nada a la unión de los derechos entre hombres y mujeres. Estas creencias son arrastradas desde hace décadas y no va a ser fácil cambiar a toda una sociedad (porque a esta altura creo que ya casi es cultural) de un día para el otro, por eso es importante que las nuevas generaciones sepan que hay movimientos y una pluralidad de opiniones. Así como se lucha por el respeto a la diversidad sexual, por los derechos de los animales, por la protección del medio ambiente, todos tenemos que saber que también se lucha por la equidad de derechos entre el hombre y la mujer.

 “La humanidad posee dos alas: Una es la mujer, la otra es el hombre. Hasta que las dos alas no estén igualmente desarrolladas, la humanidad no podrá volar.”

martes, 19 de abril de 2016

Ficcionalización - El aroma de la venganza

Terminaba mi trabajo, como todos los días, ya casi por volver a mi casa y notaba una pesadez extraña en el aire, me convencí de que eran locuras mías y me retiré del local como si nada. Casi llegando a mi casa, a unas cuadras exactamente, mi celular empezó sonar de repente haciéndome sobresaltar. Atendí y aturdida por unos cuatro gritos, intenté comprender lo que me decían, “vení ya para acá”, gritaba mi jefa. Fastidiada volví al local. Mi encargada, echando humo por la nariz, me gritó culpándome por un dinero faltante.
Asombrada le repetí que no sabía de qué me hablaba un par de veces pero seguía sin creerme. Me golpeó con una regla de madera en la mejilla, llevé mi mano hacia la zona debido al dolor. (No era la primera vez que lo hacía.). Sacó mi bolso de mi mano y comenzó a saquear y desechar todo lo que tenía en él, buscando el dinero, creo yo. Sentía cómo el odio nacía en mi interior, por lo que le pedí que parara. Recordándome que ella era la autoridad, comenzó a revisar los bolsillos de mi campera y de mi pantalón. La empujé, cansada de la situación, aunque fue en vano. Luego de una pelea que parecía interminable, levantó su mano con dirección a mi cara y al instante reaccioné empujándola. Ella perdió el equilibrio y golpeo contra una estantería de perfumes. Todos cayeron sobre ella como una avalancha. El lugar se tornó asfixiante ante la fuerte mezcla de aromas que apareció en el aire, además por las brillantes gotas de sangre que brotaban de su cuerpo.
Me preocupé por un instante pero de igual manera recordé todas las cosas que sufrí en ese lugar. Ella, aún mareada, intentó levantarse, yo ya había recogido mis cosas y cuando la vi, con la misma regla de madera la golpee en la cara, haciéndola caer al piso otra vez. Me fui a mi casa como cualquier día, solo que con una regla de madera, nueva, en mi bolso.

lunes, 14 de marzo de 2016

Ejercicio de presentación - Acción y reflexión

MBS 

Mi balcón suele mecerse bajo suelo, mientras barcos suben mi bonsái solitario. Mariposas borrosas sacuden mi salón buscando melancolía sobre mi mano. Siete besos muestran buenos sueños, siento brillante mi bonsái solitario.